Calzada de Iztapalapa (Hoy Tlalpan)
Reconstrucción Hipotética creada por Santiago Ferreyra / ADV Estudio.
Esta calzada sorprendió a los conquistadores europeos por sus ocho kilómetros de longitud cuando Hernán Cortés entró a Tenochtitlán; tenía una altura de metro y medio sobre el agua, fue entrada de tributos y escenario de ceremonias. Hoy, en pleno siglo XXI sigue siendo importante vía de comunicación en la capital del país.
Hace más de 500 años, la ciudad de México-Tenochtitlán tenía cuatro calzadas de acceso que, además de servir como caminos, funcionaban como escenarios en las que se podía observar la entrega de ofrendas o largas procesiones.
“Las calzadas de ingreso a la ciudad se elevaban por sobre el lecho del lago (…) La llegada de los tributos a los almacenes de la ciudad -hecho que se sucedía cuatro veces al año- debió haber sido parte del ciclo de espectáculos públicos que afirmaban el control del Tenochtitlán sobre el mundo circundante”.
Según los autores, dicha calzada era sumamente larga, partía del Templo Mayor hacia el sur y, su primera parte, llegaba aproximadamente a la calzada Chabacano; la segunda “comprendía desde los límites de la ciudad a la (…) bifurcación de las otras dos calzadas (…) que se dirigen la una hacia la región de Chalco, pasando por Mexicaltzingo e Iztapalapa (…) y la otra hacia Coyoacán, pasando por Churubusco”.
De acuerdo con su investigación, las calzadas estaban hechas de barro y tenían doble “carácter vial”, es decir, funcionaban como sistema terrestre y lacustre, ya que a sus lados solía correr uno o dos canales y, en el caso específico de la Calzada Ermita-Iztapalapa, eran dos canales.
la construcción de la calzada
Al rededor de 1428 Itzcóatl, tlatoani de Tenochtitlan, constituyo la triple alianza con Texcoco y Tlacopan para derrotar al señor de Azcapotzalco. Al triunfar el imperio se extendió hacia el sur de la cuenca del valle de México y anexo a los pueblos de la región de Iztapalapa, creando señoríos y estableciendo nuevos gobernantes.
Los cuatro señoríos eran Iztapalapa, Culhuacán, Mexicaltzingo y Huitzilopochco (Churubusco) y, en 1429 bajo órdenes de Itzcóatl, se inició la construcción de una calzada que facilitara el tránsito y comercio entre varios pueblos.
La calzada partía de Meyehualco, atravesaba Iztapalapa —de la que tomó el nombre— y Mexicaltzingo y en un tramo se unía con otra que provenía de Xochimilco y seguían hasta el centro de México-Tenochtitlán; la cronista comenta que sobresalía metro y medio del agua, medía ocho kilómetros.
En Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo escribió que la calzada les había impresionado por su anchura y rectitud:
“Que no se torcía poco ni mucho, y puesto que es bien ancha, toda iba llena de aquellas gentes que no cabían, unos que entraban en México y otros que salían, y los indios que nos venían a ver, que no nos podíamos rodear de tantos como vinieron, porque estaban llenas las torres y cúes y en las canoas y en todas partes de la laguna, y no era cosa de maravillar, porque jamás habían visto caballos ni hombres como nosotros. Y de que vimos cosas tan admirables no sabíamos qué decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas, y veíamoslo todo lleno de canoas, y en la calzada muchas (sic) puentes de trecho a trecho, y por delante estaba la gran Ciudad de México”.
También Hernán Cortés habló sobre esta calzada en una Carta de Relación escrita en noviembre de 1519: “entré por una calzada que va por medio de esta dicha laguna, dos leguas hasta llegar a la gran ciudad de Temixtitan (…) de la una parte y de la otra de la dicha calzada están tres ciudades y la una de ellas que se dice Misicalcingo, está fundada la mayor parte de ella dentro de la dicha laguna, y las otras dos, que se llaman la una Niciaca y la otra Huchilohuchico, están en la costa de ella, y muchas casas de ellas dentro en el agua…”
Lo que vio Cortés en su camino a Tenochtitlán
Otro de los motivos por los que la Calzada era importante en la época prehispánica era por ser el camino que se tomaba para la procesión de Tenochtitlán al Cerro de la Estrella, donde se hacía la Ceremonia del Fuego Nuevo que ocurría cada 52 años, cuando un grupo de estrellas llamado “Pléyades” pasaban por el cenit de la Tierra.
Con ello los sacerdotes interpretaban que era el fin de un ciclo e iniciaban los preparativos de la ceremonia con la que pedirían a los dioses un período más de vida. Durante la procesión, los sacerdotes salían ataviados con las insignias de los dioses y, antes de dar comienzo a la ceremonia, ponían máscaras de protección a niños y mujeres embarazadas:
“Ahí encendían unas ataduras de 52 varas llamadas xiumolpilli para llevar el fuego al templo de Tenochtitlán, y de ahí los diferentes sacerdotes lo trasladaban a los templos y luego a los palacios y casas de todos los pueblos del Valle de México. La última vez que se celebró esta ceremonia fue en 1507; 52 años después los españoles ya habían conquistado el Valle de México, erradicando las costumbres religiosas de los indígenas”.
Una vez consumada la Conquista y el inicio de la Colonia, el tramo más cercano de la calzada al Centro Histórico fue rebautizado como la Calzada de San Antonio y su continuación fue llamada únicamente “Tlalpan” debido a que llegaba a dicha localidad. Los canales que corrían a los costados fueron recubiertos con materiales para ser utilizados para transporte.
Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez